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Todo el mundo sabe reconocer una botella de vino, ya sea por su característico color verde -precisamente denominado verde botella por este motivo-, por el inconfundible tapón de corcho o por la forma alargada del cuello, que se amplía en su base para formar el cuerpo de la botella.

Sin embargo, hay un detalle más que nos indica, de forma irrevocable, que nos encontramos frente a uno botella de vino: el fondo hundido de la base. Corría el siglo XVI cuando se fabricó la primera botella de vino de vidrio del mundo, que ya contaba con un fondo convexo. A partir de entonces, todas las botellas que se hicieron siguieron este patrón, con fondos abovedados en unas ocasiones de forma más puntiaguda y en otras más achatada.

Lo cierto es que no todas las botellas que se comercializan actualmente cuentan con esta característica, aunque corra el rumor infundado de que los vinos embotellados en botellas con fondo hundido son de más calidad que las botellas bordelesas que tienen un fondo plano. Pero lo cierto es que el recipiente de vidrio no influye en absoluto en la calidad del vino. Todas las botellas de tamaño estándar contienen 75Cl y en una góndola colocadas las dos botellas -la de fondo normal y la de fondo hundido-, una al lado de la otra, la de fondo hundido parece ser más imponente, porque sí o sí debe de crecer para arriba para compensar el aire que quedo abajo.

En la actualidad, muchos enólogos intentan aportar al fondo hundido explicaciones más ventajosas que físicas, como por ejemplo, el hecho de que las precipitaciones que se forman tras el envejecimiento del vino se depositen en los bordes del fondo abovedado de manera no enturbien la bebida. También puede ser debido a la presión interna del recipiente, que es igual en todas direcciones; por lo tanto, a mayor área de presión, mayor posibilidad de que el envase explote. Al disponer de un fondo hundido, las botellas se hacen más resistentes a posibles golpes. Además, gracias a esta característica, las botellas pueden ser giradas con mayor facilidad mientras pasan por el proceso de envejecimiento, que también viene relacionado con la deposición de los sedimentos.

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