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Según los historiadores, el rosado fue el primer vino que los hombres elaboraron en la antigüedad. Los egipcios y los griegos prensaban las uvas con los pies y lo fermentaban durante poco tiempo, y veneraban el brillo y el tono rosado resultante del producto final obtenido. Con el tiempo, los enólogos descubrieron que, dejando reposar el fruto con su piel y sus semillas durante más tiempo, se conseguía un vino mucho más agresivo y potente tanto en sabor como en aroma. El vino rosado se convirtió en tinto, y durante mucho tiempo, casi cayó en el olvido.

Sin embargo, a partir del siglo XXI muchas bodegas empezaron a elaborarlo de nuevo. El vino rosado empezó a resurgir otra vez.

¿Cómo se hace?

El vino rosado se elabora con las mismas uvas que el tinto, como el Tempranillo o la Garnacha; de hecho, el vino rosado es un tinto con poca maceración. Por ese motivo también se le conoce por el nombre de “vino de una sola noche” o “vino de un día”. Prácticamente comparte los mismos métodos de elaboración que el vino blanco; la única diferencia es que en el vino rosado se utilizan mostos yemas y mostos primeras para conseguir el tono rosado que tanto lo caracteriza. Hay tres formas de producción:

  1. El contacto con los hollejos. Después del despalillado, el mosto reposa junto con sus hollejos durante un período de tiempo relativamente corto, pues no supera las 16 horas. Posteriormente se inicia el proceso de fermentación, llamado fermentación en virgen por la ausencia de los hollejos, a una temperatura controlada.
  2. Sangrado. Cuando se quieren dar más taninos y color a un tinto, puede retirarse parte del zumo rosa en una etapa temprana. El tinto que queda en las cubas se intensifica al reducirse el volumen total, y el mosto de la maceración se concentra. El zumo rosa que se sangre puede fermentarse separadamente para producir vino rosado.
  3. Por mezcla. Mucho más infrecuente que las anteriores. Consiste en mezclar vino tinto y blanco. Este método se desaconseja en la mayoría de bodegas, a excepción de la región de Champaña.

¿Cuántos tipos hay?

Aunque poco a poco, cada vez aparecen más tipos de vino rosado alrededor del mundo, elaborados a partir de tipos de uvas negras muy populares entre los bebedores de tintos. El tempranillo rosado, por ejemplo, está creciendo en popularidad en la Rioja y en otras zonas de España. Este estilo de vino rosado tiene un tono rosa pálido y notas herbáceas de pimienta verde, sandía, fresa y notas carnosas que recuerdan a… ¡pollo frito! Muchos rosados tempranillo de esta área también se mezclan con otras variedades para agregar notas florales al sabor, como el Analec de la Romiguera, que contiene una pequeña proporción de Cabernet Sauvignon en su mezcla.

Y, hablando de Cabernet Sauvignon, resulta que esta variedad también se usa mucho para la elaboración de vinos rosados. Se elaboran exclusivamente a través del método de sangrado. Estos vinos tienen un color rojo rubí intenso con aromas a pimiento verde, salsa de cereza, grosella y pimienta picante. La única gran diferencia es que los vinos rosados Cabernet generalmente han aumentado la acidez, ya que no suelen ser envejecidos en roble. Dos buenos ejemplos de esta variedad de rosado son el Clamor de Raimat o el Cristiari de la bodega Vall de Baldomar.

Otras de las variedades de uva negra más usadas a parte de las que ya hemos numerado son la Garnacha, la Syrah o la Pinot Noir.

¿Cómo se consume?

Conviene servirlo entre 7 y 8 grados, aunque si es un espumoso la temperatura aún puede bajar 2 o 3 grados más. Si bien se consume más en verano, hay que decir que son vinos adecuados para cualquier época del año y que maridan bien con una gran variedad de platos.

El rosado ha pasado de ser el patito feo de los vinos, pensado principalmente para jóvenes y mujeres por su toque afrutado, a uno de los más glamourosos de las bodegas. Este cambio se debe al salto de calidad que ha dado en los últimos tiempos. Y es que el vino rosado ha dejado de ser aquel clarete que se obtenía de mezclar uvas blancas y negras y al que se daba un dulzor innecesario. Hoy, el vino rosado puede ser sencillo y frutal, pero también puede ser un vino complejo que incluye variedades muy interesantes, y a veces envejecimiento en botella, madera o en depósito.

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