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Cada vez existen más accesorios para los amantes del vino que resultan tan atractivos como prácticos. Aunque el mundo de los sommeliers resulte desconocido para los bebedores más moderados, existen una serie de gadgets básicos que pueden resultarnos muy útiles a la hora de servir, degustar y conservar nuestra botella de vino.

En “Accesorios esenciales para disfrutar del vino” os hablaremos de los diferentes objetos y herramientas que existen no sólo para facilitar el consumo del vino, sino también para poder disfrutar al máximo de él.

El elemento primordial, el más mundialmente conocido y el que relacionamos antes que ninguno con la palabra “vino”, es la copa. Resulta que todo el mundo sabe que el vino se sirve en copas, y sólo algunos que las de tipo burdeos son para los blancos, el borgoña para los tintos y las flauta para el cava. Pero realmente, ¿cómo debe ser una copa para que podamos beber y disfrutar de nuestro vino favorito?

Para empezar, debemos tener claro que las copas tienen que ser de cristal fino -cuanto más, mejor-, sin tallar y de color transparente. La copa permite que el vino se oxigene debidamente y, además, de paso, disfrutar de su aroma. Otra ventaja añadida a estos recipientes es que podemos sujetarlos por el tallo, sin que nuestra mano entre en contacto con el vino y, por lo tanto, evitamos calentarlo. Hoy en día hay una gran variedad de copas diferentes -incluso para cada tipo de uva-, pero, de entrada, con un juego para cada clase de vino tenemos más que suficiente.

1. La borgoña. Es la más grande de todas. Esta copa, que debe su nombre a la zona vitivinícola a la que hace referencia, facilita la expresión de los vinos tintos debido a la amplia forma de la copa, resaltando los aspectos frutales, y dejando en un segundo plano los taninos del vino que a veces pueden resultar demasiado amargos. Es ideal para la degustación de los vinos de Burdeos, vinos de Ribera del Duero, o de la denominación de origen del Toro, que cumplen con estas características basados en aromas afrutados y taninos muy marcados.

2. La burdeos. Esta copa captura los sabores ricos y plenos de los tintos que incluyen, sobre todo, las variedades de Cabernet y Merlot. Es un poco más pequeña que la de borgoña y tiene una forma ahusada, en lugar de amplia, para contener el complejo bouquet característico de estos robustos tintos. El borde de una verdadera burdeos es cortado, lo que significa que es plano y fino, en lugar de redondeado. El borde orienta el vino para que fluya suavemente al centro de la lengua. Esto permite que los sabores frutados predominen por sobre le tanino, las especias y la acidez que llega a la parte trasera de la lengua. La copa de burdeos también es apropiada para los vinos blancos y para los tintos más dulces, como el chianti. Este tipo de copa es la más polivalente de todas.

3. La flauta. Utilizada para el servicio de vinos espumosos, como el cava. Su forma alargada y estilizada permite apreciar bien los rosarios de burbujas típicos que forman estos vinos, así como evitar la pérdida precipitada de gas debido a su boca ligeramente cerrada. En este caso y como excepción, se debe llenar con vino las tres cuartas partes de la copa, para observar el ascenso de las burbujas y apreciar la calidad y color del vino.

Más allá de estos tres tipos genéricos, como hemos dicho, el mercado nos ofrece una gran cantidad de copas de vino, e incluso algunas fabricadas especialmente para potenciar la degustación de tipos de uva muy concretos. Sin embargo, todas tienen un nexo común: ayudarnos a degustar y a apreciar un vino en su máxima expresión.

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