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Cuando queremos conocer toda la información de un vino en concreto, solemos numerar todas sus características: si se trata de un tinto, un blanco o un rosado; si tiene crianza, si es un gran reserva o, por el contrario, se trata de un vino joven, y muchos otros aspectos. Pero una de sus características principales, además del tipo, es saber si se trata de un vino monovarietal o si contiene más de una variedad de uva, es decir, es un coupage.

Monovarietales VS. Coupage

Los monovarietales son aquellos vinos que, como su nombre indica, han sido elaborados a partir de una única variedad de uva. Los vinos con coupage, en cambio, son el resultado de la combinación entre dos o más tipos de uva. La ventaja que tienen los vinos monovarietales ante los consumidores reside en la sencillez de su sabor, que resulta mucho más fácil de reconocer y, por tanto, de degustar. Además, se les considera la máxima expresión del terroir de una denominación.

Sin embargo, muchas bodegas han obviado decantarse por la elaboración de vinos monovarietales debido a la competitividad, cada vez más fuerte, dentro de un mercado estandarizado como es el del vino. Por ese motivo, no es inteligente ponerse limitaciones a la hora de elaborar un vino cuando pueden conjugar diferentes tipos de uvas que potencian sus cualidades individuales, sino más bien al contrario. En cada zona se puede elegir, entre las variedades existentes, aquellas que se combinen mejor para conseguir el resultado esperado, elaborando cada tipo por separado para obtener el punto óptimo de madurez y conseguir el vino deseado para su posterior coupage.

Así pues, aunque los monovarietales resulten mucho menos complicados al paladar, son vinos más previsibles y saturan antes. En cambio, los vinos con coupage suelen ser algo complejos, armónicos y sin monotonía. Su valor reside en la mezcla de uvas de distintas variedades cuyos componentes han ido estudiados anteriormente para dar con la proporción exacta de cantidad que cada una de ellas debe aportar en la elaboración del vino, con el objetivo de potenciar sus virtudes individuales entre sí.

Tipos de monovarietales

Las variedades de uva más usadas a la hora de elaborar un vino monovarietal son el Cabernet Sauvignon, el Merlot, la Syrah, el Chardonnay o el Riesling, entre otras. Esto se debe a que tiene unas características fácilmente diferenciables unas de otras y pueden adaptarse a diferentes gustos y satisface un primer deseo comercial por parte de las bodegas de ofrecer vinos sencillos y a la vez sabrosos.

A parte de estas uvas más “simples”, existen otras variedades que por sí solas aportan un carácter diferencial sin la necesidad de mezclarlas con otros tipos, ya que dotan al vino de una personalidad peculiar. Destacan variedades como el Verdejo, el Sauvignon Blanc, el Tempranillo o el Cabernet Sauvignon.

Tipos de coupage

Existen dos maneras de realizar un coupage: aquellos que se elaboran a partir de la mezcla de distintas variedades de uva para obtener un resultado más completo y personalizado -incluso con uvas de la misma cepa, pero de características diferentes-; y la que se lleva a cabo cuando se utiliza una misma variedad de vino en la que el envejecimiento no se ha llevado a cabo de la misma manera en todo el volumen, ya se por el tipo de barrica o por la duración de su período tanto en madera como en botella.
Está claro que el coupage es siempre un riesgo que exige un alto nivel de conocimiento de los diversos tipos de uva usados, así como también requiere mucha experiencia para que el resultado sea más rico en matices, cualidades y sabor que el que tendría un monovarietal de la misma procedencia.

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